El barroco como arte de contrarios. Justificación por la ideología y la estética.

Si bien no es concebible para el ser humano pensar y no sentir, el siglo XVII trajo consigo una revolución intelectual que asentaría las bases de la ciencia moderna, de la mano de Descartes, Galileo, Bacon y Newton. Sus ideas descentralizaban al hombre, y lo presentaban como mero elemento más de un cosmos que, regido por leyes matemáticas, se movía y cambiaba constantemente. El hombre, como consecuencia, se sentía inseguro, característica que se traducía en una introspección social, religiosa y artística.

Dentro de una sociedad en la que no podía confiar, el “cortesano” renacentista no tenía cabida, dando paso al “discreto”, un personaje que se debatía entre la espiritualidad y lo carnal en el ámbito privado y público durante una vida fugaz, a lo largo de la cual pretendía conservar el honor en su afán de triunfar (gracias a su discreción). El oído pasaba a ser el sentido en el que confiar, y la pintura el arte emblemática del momento (gran simbolismo en la luz y oscuridad).

Las pugnas entre reforma y contrarreforma, y la crisis política que se prolongó tras la muerte de Felipe II incrementaron la inquietud social, lo que desembocó en un interés general por llevar una vida sencilla y el gusto por aquello que desvaneciera temporalmente las preocupaciones personales. Así proliferó enormemente la sátira, y el teatro de Lope, dirigido al vulgo, obtuvo una gran aceptación. También se popularizaron los cuadros de “vanitas”.

Mientras, para alcanzar la felicidad, algunos barrocos como Quevedo abrazaban el estoicismo, que la caracterizaba de inmaterial y una cualidad de quien sabía racionalizar sus sentimientos. Junto a él, Gracián y Calderón (cuyas obras son un claro ejemplo de la fusión de todas las artes) constituían un nuevo frente de autores arraigados en la concepción de la vida como principio de todo, convirtiéndose en exponentes “puros” del barroco; pues sus predecesores más destacados (Cervantes, Lope y Góngora) mostraban aún ciertas reminiscencias renacentistas.

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